La lección de la visión de David
Dios usó una poderosa herramienta para expandir la perspectiva de David. ¡Siga este ejemplo de realeza!

Proverbios 29:18 dice: “Donde no hay visión, el pueblo perece…” (vkj). Este proverbio es relevante en muchas maneras—para los individuos, familias, organizaciones y naciones. También aplica espiritualmente a la Iglesia de Dios.

De vez en cuando, las personas dejan esta Iglesia. Con respecto a las que se han ido desde la nueva revelación del nuevo trono de David (una de las verdades más asombrosas que se le ha dado jamás a esta Iglesia) yo creo que la razón principal por la que se fueron es por falta de visión. En algunos casos es doloroso ver cuán poca visión tienen.

¡Todos debemos luchar para tener visión! Necesitamos visión si es que vamos a dejar que Dios nos revele nueva verdad y si es que vamos a sobrevivir y crecer espiritualmente, e incluso físicamente.

El rey David nos dejó un gran ejemplo de cómo construir visión. Estudiemos su ejemplo y tomemos algunas lecciones prácticas.

La visión del trono de Dios

En el antiguo Israel, el arca del pacto era una réplica de donde habita Dios, entre querubines. ¡Qué impresionante!

Dios dio instrucciones claras y detalladas de cómo construir el arca (Éxodo 25:10-22). El arca estaba cubierta por dentro y por fuera de oro puro. Éste es el trono de Dios, desde aquí Dios le hablaba a Israel. La visión comienza aquí: usted debe conocer, entender y honrar a Dios. Si lo hace, Él le ayudará a tener un estándar de oro en todo lo que hace.

El oro es el metal más precioso en la Tierra. Dios usa el oro para ayudarnos a ver cuán preciosa es la nueva revelación.

¡Nosotros tratamos de hacer todas las cosas en el más alto nivel que podamos porque ésta es la Obra de Dios! Dios compara la nueva revelación que nos da con el aceite de oro que fluye a través de dos tubos de oro (Zacarías 4:11-12 vkj). Él está tratando de enseñarnos cuán realmente importante es el trono y lo que emana de éste. ¡Qué asombrosa nueva revelación nos ha dado Dios! ¡Es mucho más preciosa que el oro!

Dios no sólo dio instrucciones detalladas sobre la construcción del arca, sino también sobre cómo transportarla. Él ordenó a los israelitas: “Harás unas varas de madera de acacia, las cuales cubrirás de oro. Y meterás las varas por los anillos a los lados del arca, para llevar el arca con ellas. Las varas quedarán en los anillos del arca; no se quitarán de ella” (Éxodo 25:13-15). El arca debía ser transportada por estas varas, y llevada sobre los hombros de los hijos de Coat, de la tribu de Leví (Números 7:1-9). Dios fue claro al indicar que sólo los hijos de Aarón podían tocar el arca, y que, si alguien más lo hacía, sería herido de muerte (Números 4:15). ¡Dios estaba haciendo hincapié en el cuidado y la meticulosidad requeridas cuando estuvieran tratando con Su trono!

Los israelitas perdieron el arca durante los días de Saúl (1 Samuel 4:6). Después de convertirse en rey, David se resolvió a recuperarla y traerla a Jerusalén. Éste fue un buen deseo, pero él no fue cuidadoso en la manera que lo hizo. En lugar de transportarla por las varas, él la puso en un carro halado por bueyes y no conducido por levitas sino por hombres de la tribu de Judá (2 Samuel 6). La Palabra de Dios es sencilla. La instrucción es clara. Pero todo se estaba haciendo mal porque David no había consultado la Palabra de Dios. Él consultó con el pueblo (1 Crónicas 13:4), pero no con Dios.

¡Qué terrible error! ¡Tenemos que consultar con Dios! Ésta es la Iglesia de Dios—no podemos hacer las cosas a nuestra manera. Debemos hacerlo a la manera de Dios. Si no seguimos la Biblia, todo fracasa.

Lo que hizo David terminó en desastre. Cuando los bueyes que estaban halando el carro, tropezaron, el arca se ladeó y Uza trató de sujetarla tocándola. “Y el furor de [el Eterno] se encendió contra Uza, y lo hirió allí Dios por aquella temeridad, y cayó allí muerto junto al arca de Dios” (2 Samuel 6:7).

Treinta mil israelitas estuvieron involucrados en esto, y todos sabían que David había cometido un error terrible. Esa fue una experiencia muy humillante para David. A través de esta fuerte corrección, Dios estaba enseñándole a David una de las lecciones más importantes de su vida.

Debemos aprender esta lección hoy. ¡Dios está tratando de mostrarnos que debemos acudir a Su trono! Y para hacer cualquier cosa bien hecha en su vida, usted debe enderezar este aspecto con Dios, y debe entender que Dios tiene reglas. ¡Nadie puede llegar a ser un miembro de Su Familia si no piensa como Él lo hace!

En Estados Unidos, Gran Bretaña y Judá—y en todas las otras naciones israelitas—están ocurriendo cosas terribles. Estos pueblos han abandonado a Dios, y Dios va a castigarlos— ¡mucho peor que a David! Él tiene que corregirlos para hacerlos volver.

David aprendió. Casi inmediatamente después, él mostró una de las actitudes más hermosas en la Biblia. Él consultó luego con Dios y la Biblia y trajo el arca de vuelta a Jerusalén de la forma correcta.

La corrección lleva a la visión

Una vez que el arca estaba en Jerusalén, David reflexionó: ¿Cómo es que yo vivo en un palacio hermoso mientras el arca de Dios está en una carpa? (2 Samuel 7:1-2). Él decidió que el arca—la cual representaba el trono de Dios en los cielos del norte, desde donde Él le hablaba a Su pueblo—debía morar en una estructura más apropiada y así el pueblo le daría el respeto adecuado a Dios. Él decidió que quería construirle un templo a Dios, donde los sacerdotes y levitas en todo momento enfocarían al pueblo hacia Dios.

Esto mostró una actitud maravillosa. ¡Qué respeto y obediencia el que debemos dar al trono de Dios! Si no queremos sinceramente obedecer a Dios, nunca tendremos visión.

Dios amó el deseo de David. No obstante, Él le dijo a David que su hijo Salomón construiría el templo: “Y cuando tus días sean cumplidos para irte con tus padres, levantaré descendencia después de ti, a uno de entre tus hijos, y afirmaré su Reino. Él me edificará casa, y yo confirmaré su trono eternamente. Yo le seré por padre, y él me será por hijo; y no quitaré de él mi misericordia, como la quité de aquel que fue antes de ti” (1 Crónicas 17:11-13).

David tuvo una actitud maravillosa. Él había sido corregido, y lo aceptó. “Y entró el rey David y estuvo delante de [el Eterno], y dijo: [Eterno] Dios, ¿quién soy yo, y cuál es mi casa, para que me hayas traído hasta este lugar?… Oh [Eterno], por amor de tu siervo y según tu corazón, has hecho toda esta grandeza, para hacer notorias todas tus grandezas. [Eterno], no hay semejante a ti, ni hay Dios sino tú, según todas las cosas que hemos oído con nuestros oídos” (versículos 16,19-20). David estaba impresionado de que pudiera siquiera preparar las cosas para construir el templo; ¡y las preparó con todas sus fuerzas!

Aquí hay una lección importante para nosotros hoy: debemos aceptar la corrección y buscarla con todas nuestras fuerzas como lo hizo David, o no construiremos la visión que necesitamos. Deberíamos preguntarnos, al igual que él, ¿Quién soy yo para ser parte de la Obra de Dios y de la Iglesia de Dios? ¿Quién soy yo para recibir este llamamiento tan honorable?

¡Dios amaba a David! Pero ¿hasta dónde habrían llegado las cosas si Dios no lo hubiera corregido? David necesitaba ese castigo. Él pudo ver poco después del incidente con Uza cuánto necesitaba ser corregido. David vio sus errores y quedó horrorizado por lo que había hecho. Entonces él reconoció que el arca de Dios necesitaba estar en el edificio más hermoso de la Tierra para que Dios recibiera el honor y respeto apropiados.

Yo creo que la lección de Uza fue una de las lecciones más grandes que David aprendió alguna vez, porque después de eso, él realmente avanzó en su visión.

Si usted va a tener visión, ¡necesita corrección!

Después de arrepentirse, ¡David hizo cosas con todas sus fuerzas! Cuando él danzaba, danzaba con todas sus fuerzas. Cuando él organizaba, recaudaba dinero o hacía planes, lo hacía de todo corazón para Dios. Cuando Dios lo corregía, él lo aceptaba ¡y tomaba las medidas necesarias con todas sus fuerzas!

2 Samuel 6 detalla el incidente con Uza—y el siguiente capítulo registra un contraste tremendo: David quería construir el templo, ¡y Dios profetiza acerca del trono de David! “Y cuando tus días sean cumplidos, y duermas con tus padres, yo levantaré después de ti a uno de tu linaje, el cual procederá de tus entrañas, y afirmaré su Reino. Él edificará casa a mi nombre, y yo afirmaré para siempre el trono de su reino” (2 Samuel 7:12-13). ¡Este trono de David durará para siempre!

Aquí Dios estaba exaltando a David porque él aceptó esa corrección. Él se dio cuenta de que no tenía el entendimiento que necesitaba sobre Dios, y se arrepintió y cambió. Él era un maestro del arrepentimiento. Dios vio que él se arrepintió con todas sus fuerzas, ¡y Él amó eso!

2 Samuel 6 y 7 muestran la diferencia tremenda en la visión de David. Él avanzó porque escuchó a Dios e hizo cambios. Él comenzó a tener su visión mucho más inspirada de lo que la había tenido antes.

Dese cuenta que todos necesitamos esa corrección de Uza. Todos cometemos errores tontos, incluso errores serios a veces. Pero si nos arrepentimos con todas nuestras fuerzas, como lo hizo David, entonces Dios ama eso. Y al igual que a David, Él nos dará más y más de Su visión. ¡Él tiene que corregirnos para prepararnos para gobernar en el Mundo de Mañana sobre el universo entero para siempre!

La visión de familia

Dios entonces dijo esto sobre Salomón: “Yo seré a él padre, y él me será a mí hijo” (2 Samuel 7:14). Es importante entender que usted es Familia de Dios ¡y estará en esa Familia por siempre! Dios nos ve como Sus hijos e hijas; Él nos cuida como sólo un padre con Su amor podría hacerlo.

El apóstol Pablo citó este pasaje en Hebreos 1: “Porque ¿a cuál de los ángeles dijo Dios jamás: Mi Hijo eres tú, Yo te he engendrado hoy, y otra vez: Yo seré a él Padre, y él me será mi hijo?” (versículo 5). Pablo se maravilló de esta historia y de esta verdad maravillosa.

¡Nunca pierda esta visión de familia! ¡Usted realmente tiene un Padre que le ama como ningún ser humano podría amarlo!

En 1979, tuvimos una gran crisis en la Iglesia, y parecía que todo se estaba derrumbando. El Sr. Armstrong decidió traer a todos los ministros a una conferencia ministerial en la sede.

Recuerdo que, en esa reunión, el Sr. Armstrong seguía haciendo hincapié una y otra y otra vez acerca de ¡“la buena noticia de la venidera Familia de Dios”! Él usaba esa expresión casi todas las veces en vez de “evangelio”; ¡pero ése es el evangelio! Cuando usted piense sobre el evangelio, ¡piense sobre la Familia de Dios!

El Sr. Armstrong gastó todo ese tiempo y dinero trayendo a todos esos ministros; pero tristemente, ¡casi ninguno de ellos comprendió realmente lo que él estaba hablando! Casi todos los ministros en ese salón habían perdido esta visión. ¡Ése es un terrible ejemplo de cómo se puede perder esta visión tan fácilmente! Era algo tan sencillo, pero a fin de cuentas, el Sr. Armstrong no pudo llegar a ellos. El 99% de los ministros le volvió la espalda a Dios, y 95% del pueblo siguió ese ejemplo.

Al escuchar al Sr. Armstrong hablar sobre la Familia de Dios una y otra vez, aprendí más profundamente de qué se trata esa visión. ¡Qué bendición es ver esa visión y ser parte de la Familia de Dios!

Dios está preparándonos para algo mucho más allá de este mundo. Él estaba preparando a David para gobernar sobre Israel para siempre.

Quiero animarlo a estudiar y comprender realmente mi libro El nuevo trono de David. Ese libro le ayudará a construir esa visión, le enseñará sobre la nueva piedra del destino, le explicará la doble maravilla descrita en Habacuc 1:5: el nuevo trono y El misterio de los siglos, le mostrará cómo Satanás ataca el trono de David; y le da la visión para ver más allá de esos problemas, ¡de tal forma que pueda conquistarlos! También revela nueva verdad sobre la comisión de Jeremías, la conexión entre Crónicas y Esdras-Nehemías, ¡y las preparaciones que se están haciendo justo ahora para coronar al Rey de reyes cuando Él asuma este trono de David! Cada capítulo de este libro enseña muchísimo sobre visión. ¡Ésta es verdad que debe inspirarnos todos los días de nuestras vidas!

Tenga su afecto

Aunque a David no se le permitió construir el templo, él pudo preparar todos los materiales para que Salomón los usara para construirlo. ¡Así que David hizo ese trabajo con todas sus fuerzas!

“Yo con todas mis fuerzas he preparado para la casa de mi Dios”, dijo David, “oro para las cosas de oro, plata para las cosas de plata, bronce para las de bronce, hierro para las de hierro, y madera para las de madera; y piedras de ónice, piedras preciosas, piedras negras, piedras de diversos colores, y toda clase de piedras preciosas, y piedras de mármol en abundancia” (1 Crónicas 29:2).

Eso es lo que se necesita para lograr lo que hizo David. Si vamos a hacer esta Obra con Dios, ¡hagámosla con todas nuestras fuerzas!

“Además de esto, por cuanto tengo mi afecto en la casa de mi Dios, yo guardo en mi tesoro particular oro y plata que, además de todas las cosas que he preparado para la casa del santuario, he dado para la casa de mi Dios” (versículo 3). David realmente tenía su afecto en Dios. Haga lo que David hizo aquí ante Dios, y usted tendrá toda clase de tesoros. ¡Esto le dará gozo, felicidad y emoción! Llenará su vida con el tipo correcto de pensamiento y abundancia de todo tipo.

“Entonces los jefes de familia, y los príncipes de las tribus de Israel, jefes de millares y de centenas, con los administradores de la hacienda del rey, ofrecieron voluntariamente” (versículo 6). Ellos estaban dando ofrendas y trayendo riquezas considerables a David para que Salomón las usara en la construcción del templo de Dios. El templo era un edificio para el arca de Dios, y estas personas seguían el ejemplo de David y daban con entusiasmo como lo hizo David.

Nosotros pudimos participar en un proyecto similar al construir el Auditorio Armstrong. Ese edificio es la casa de Dios. Fue construido para Dios con las ofrendas generosas del pueblo de Dios. Eso es muy maravilloso y precioso.

“Y se alegró el pueblo por haber contribuido voluntariamente; porque de todo corazón ofrecieron a [el Eterno] voluntariamente. Asimismo se alegró mucho el rey David, y bendijo a [el Eterno] delante de toda la congregación; y dijo David: Bendito seas tú, oh [Eterno], Dios de Israel nuestro padre, desde el siglo y hasta el siglo. Tuya es, oh [Eterno], la magnificencia y el poder, la gloria, la victoria y el honor; porque todas las cosas que están en los cielos y en la tierra son tuyas. Tuyo, oh [Eterno], es el reino, y tú eres excelso sobre todos” (versículos 9-11).

Aunque a David no se le permitió construir el templo, él tenía una actitud espectacular. Él pensó, Esto es lo que Dios quiere, y es lo que yo quiero. Éste es un ejemplo de la belleza de la santidad que es difícil incluso de entender en una sola sesión de estudio.

David continuó: “Las riquezas y la gloria proceden de ti, y tú dominas sobre todo; en tu mano está la fuerza y el poder, y en tu mano el hacer grande y el dar poder a todos” (versículo 12). Dios nos dará fuerza. ¡Él quiere que usted desarrolle sus talentos y haga grandes cosas! Y usted lo hará, si es que se apega a Dios y se aferra a Su maravillosa verdad.

David entonces concluyó: “Porque ¿quién soy yo, y quién es mi pueblo, para que pudiésemos ofrecer voluntariamente cosas semejantes? Pues todo es tuyo, y de lo recibido de tu mano te damos” (versículo 14). ¡Él estaba muy agradecido de poder dar y ser parte de la Obra de Dios! Después de todo, lo que él dio le pertenecía a Dios.

Para hacer esa pregunta, “¿Quién soy yo que puedo dar ofrendas a esta maravillosa Obra?”, se necesita una tremenda visión. ¡David tenía una amplia perspectiva sobre la oportunidad que Dios le había dado!

¿Quiénes somos nosotros para estar en la Iglesia de Dios y aprender estas verdades maravillosas?

Visión del universo

Jesucristo está a punto de tomar posesión de Su trono, el mismo trono que Dios le ha dado a esta Iglesia hoy, y ofrecer la salvación a todos los hombres que alguna vez hayan vivido. Entonces el plan de Dios se expandirá aún más allá de eso.

El Sr. Armstrong usó las Escrituras para explicarlo en la conclusión de El misterio de los siglossobre cómo Dios el Padre va a venir a la Tierra, el trono será entregado a Él, y entonces Su trono gobernará sobre todo el universo. Léalo, ¡esa es posiblemente la conclusión más poderosa que usted leerá alguna vez!

Después de explicar esta visión, el Sr. Armstrong escribió: “Loor, honor y gloria sean a Dios y a Jesucristo por siempre y para siempre. Completado finalmente el extraordinario plan maestro de 7.000 años, revelado por fin el gran misterio de los siglos, y con la renovación del vasto universo y la eternidad ante nosotros, llegamos por fin a… el principio”.

Estamos a punto de ir y comenzar a reparar el daño que Satanás infligió en el universo, y luego hacerlo florecer como una rosa. ¡Estaremos re-creando el vasto universo! Ese plan sólo es posible con la Familia de Dios. De eso es lo que estaba hablando Pablo en Hebreos 1:5. Ese plan no funcionaría con los ángeles porque ellos no podrían hacerlo. ¡Pero nosotros podemos y debemos! Nosotros re-crearemos, construiremos y embelleceremos el universo de la forma que Dios quiere que se haga. ¡Qué visión! ¡Ésa es la visión que debemos tener! Y todo es acerca del trono de Dios.

Debemos entender esa doble maravilla. Usted necesita dominar El nuevo trono de David y El misterio de los siglos. Ambos libros están llenos de visión.

Para tener visión, usted debe comenzar por entender quién y qué es Dios. Ahí es donde comenzó el Sr. Armstrong. ¡Dios es una Familia! Él no es una trinidad. Sólo una familia emprenderá esta visión impresionante que Dios nos ha dado de lo que vamos a estar haciendo.

Si usted domina El nuevo trono de David y El misterio de los siglos, y se ocupa de ello con todas sus fuerzas como lo hizo David, ¡tendrá visión como nunca la había tenido antes! Y siempre recuerde: donde no hay visión, el pueblo perece.