Salmo 89: Jeremías le habla a la IDF
Una lección fundamental que tenemos que aprender para poder construir el trono de David.

El libro de los Salmos es un libro poderoso. La mayoría de los salmos fueron escritos por David, y los que él no escribió fueron compuestos en el mismo espíritu y complementaron lo que David dijo.

Yo creo que el profeta Jeremías fue el autor de los Salmos 89 y 119. La Iglesia de Dios Universal lo enseñó durante muchos años bajo el Sr. Herbert W. Armstrong, y yo estoy de acuerdo con eso. Estos salmos también están escritos en poesía. Considerando especialmente el libro poético de Lamentaciones, vemos que Jeremías tenía habilidad para escribir poesía (quizás con la ayuda de Baruc).

Dios comisionó a Jeremías para salvar desde Israel el trono de David y reestablecerlo en Irlanda, así que Jeremías tenía una pasión por entender a David y cómo y por qué él fue un hombre conforme al propio corazón de Dios. Jeremías escribió en el espíritu de David como un medio para llegar a ser más como un hombre conforme al corazón de Dios. Una lección que estos salmos nos enseñan, es que tenemos que ser gente conforme al propio corazón de Dios.

El autor del Salmo 89 aprendió una lección de los salmos que David escribió (como la del Salmo 22). El autor del Salmo 119, lo compuso conforme al Salmo 19 que David escribió. Si Jeremías escribió estos capítulos, entonces la conexión de su pensamiento para construir el trono de David, es más clara.

El mensaje de Dios en estos salmos es especialmente para la Iglesia de Dios de Filadelfia. La Iglesia de Dios ahora tiene el trono de David. Dios nos ha hecho responsables de edificar ese trono, lo cual es una gran responsabilidad; ¡mucho mayor de lo que tendemos a darnos cuenta! Dios está educándonos para que sepamos cómo construir ese trono.

Dios construye el trono

El tema del Salmo 89 es el pacto de Dios con David.

“Las misericordias de [el Eterno] cantaré perpetuamente; (…) haré notoria tu fidelidad con mi boca. …En los cielos mismos afirmarás tu fidelidad” (Salmos 89:1-2). Jeremías dice: haré notoria tu fidelidad. Dios es fiel, y Él quiere que Sus hijos sean fieles también.

Jeremías estaba hablando de lo que él haría, y ahora Dios está hablando: “Hice pacto con mi escogido; Juré a David mi siervo, diciendo: Para siempre confirmaré tu descendencia, y edificaré tu trono por todas las generaciones” (Salmos 89:3-4). Dios prometió edificar el trono de David ¡a todas las generaciones!

Dios guarda Sus promesas, lo que significa que Él ha estado construyendo ese trono durante nuestras vidas, ¡en estas dos últimas eras de la Iglesia! Herbert W. Armstrong restauró todas las cosas (Mateo 17:10-11) y estableció el fundamento para que entendiéramos esta verdad. Y esta última era, es especialmente única porque tenemos el trono de David, o sea, ¡el trono de Dios! (Esto está explicado totalmente en mi libro El nuevo trono de David. Solicite una copia gratis). Dios va a construir ese trono en esta última era, porque ese trono está ahora dentro de Su Iglesia. Él ha cumplido esa promesa y hoy está construyendo ese trono dentro de la idf.

¿Cuál es nuestra parte en esto? Tenemos responsabilidades específicas que el Sr. Armstrong no tuvo. ¡Los ministros de Dios y los miembros de la Iglesia deben edificar Su trono! Dios está preocupado sobre cómo ejecutamos este deber de realeza. Él está enfocándonos en la Segunda Venida de Jesucristo, ¡quién gobernará desde este mismo trono!

Génesis 49 es una profecía de lo que sucedería “en los días venideros” (versículo 1). En el versículo 10 Dios dice: “No será quitado el cetro de Judá, ni el legislador de entre sus pies, hasta que venga Siloh; y a él se congregarán los pueblos”. El cetro y el legislador descenderían de Judá, la tribu de David; incluso “en los días venideros”, justo “hasta que venga Siloh”, ¡hasta que Jesucristo regrese! Y ésta es una profecía específica de que esos dos roles, o sea, el cetro (gobierno civil) y el legislador, serían combinados en un solo cargo. En el pasado, el cetro y la ley estaban separados, es decir, un individuo llevando el cetro sobre el trono de David en un gobierno civil y otro enseñando la ley de Dios en Su verdadera Iglesia. Pero ahora ambos están combinados en la Iglesia de Dios de Filadelfia.

Uno no puede combinar estas responsabilidades y edificar el trono de David, sin hacer ningún trabajo. Tenemos que tener cierto nivel de entendimiento para poder entrelazar estas dos entidades. Ahora, todas las cosas son gobernadas por la ley real de Dios hasta que venga Siloh. ¡Esa ley gobierna el trono mismo de David! Es sorprendente pensar en lo que Dios nos ha dado y en la clase de ejemplo que Él espera que seamos.

Un giro extraño

Luego el Salmo 89 describe uno de los eventos más dramáticos y estremecedores en la Biblia, y éste involucra el pacto de Dios con David. Adicionalmente, esto indica que el autor es Jeremías.

“Para siempre confirmaré tu descendencia,
Y edificaré tu trono por todas las generaciones. (…) Mi mano estará siempre con él, mi brazo también lo fortalecerá. (…) Para siempre le conservaré mi misericordia, y mi pacto será firme con él. Pondré su descendencia para siempre, y su trono como los días de los cielos. (…) No olvidaré mi pacto, ni mudaré lo que ha salido de mis labios. Una vez he jurado por mi santidad, y no mentiré a David. Su descendencia será para siempre, y su trono como el sol delante de mí. Como la luna será firme para siempre, y como un testigo fiel en el cielo” (Salmos 89:4, 21, 28-29, 34-37). Dios declaró con firmeza que ¡Él no alteraría Su promesa hecha a David con respecto a ese trono! Él dice que esa promesa es tan perdurable como el sol y la luna.

El sol y la luna dan luz, ¡así como esta promesa divina da luz! El mundo yace en oscuridad; y no ve esta luz. No obstante, la verdad sobre este trono es real, ¡es una lámpara resplandeciente que Dios da a Su Iglesia! El pueblo de Dios tiene que irradiar esa luz, no sólo ante el mundo sino ante el 95 por ciento del pueblo de Dios que se ha vuelto tibio y se ha apartado de Dios. Su fracaso muestra cuán difícil es este trabajo.

Dios espera mucho de Su pueblo. Sin duda, Él requirió mucho de parte de Jeremías. Este profeta fue perseguido, y sumergido hasta el cuello en una cisterna con lodo y dejado allí hasta que muriera. ¡Seguramente sus nervios sufrieron hasta el punto del quebranto!

Jeremías vio a Judá y Jerusalén siendo atacados y destruidos. Él supo que los hijos del rey Sedequías y los nobles fueron ejecutados por los babilonios; ¡eso lo quebrantó! Él creía en la promesa que Dios le hizo a David; él pensaba que uno de esos hijos gobernaría sobre ese trono. Cuando todos ellos fueron asesinados, ¡eso fue un giro de eventos mortal! Los babilonios destruyeron ese linaje real, según parecía.

Ahora, en Salmo 89, surge uno de los giros más extraños en toda la Biblia. Después de todas esas declaraciones poderosassobre la promesa de Dios a David, leemos lo siguiente: “Mas tú desechaste y menospreciaste a tu ungido, y te has airado con él. Rompiste el pacto de tu siervo [David]; has profanado su corona hasta la tierra. Aportillaste todos sus vallados; has destruido sus fortalezas. Lo saquean todos los que pasan por el camino; es oprobio a sus vecinos. Has exaltado la diestra de sus enemigos; has alegrado a todos sus adversarios. Embotaste asimismo el filo de su espada, y no lo levantaste en la batalla. Hiciste cesar su gloria, y echaste su trono por tierra. Has acortado los días de su juventud; le has cubierto de afrenta. (…) Señor, ¿dónde están tus antiguas misericordias, que juraste a David por tu verdad?” (Versículos 38-45, 49).

¡Esas son palabras fuertes! Yo creo que son palabras de Jeremías. Quizás Jeremías es uno de los pocos que le hablaría a Dios de esta forma, porque así de cercana era la relación que tenía con Dios. Pero este salmo concluye diciendo: “Bendito sea [el Eterno] para siempre. Amén, y Amén” (versículo 52). ¿Pero significa eso que todas las cosas estaban bien?

El ataque contra el linaje de realeza de David consternó profundamente a Jeremías. ¡No hay duda que él pensó que Dios había quebrantado Su promesa!

¡Confíe totalmente en Dios!

Por favor nunca olvide esto: ¡Dios nunca jamás dejará de hacer exactamente lo que Él ha dicho en la Biblia! Usted puede conocer Su voluntad y confiar completamente en ella. Dios nunca fallará.

La confianza en Dios es lo que se necesita para construir el trono de David. ¡En ese momento Jeremías no tenía confianza total en la promesa que Dios le hizo a David! ¡Jeremías no confiaba totalmente en Dios!

En Salmos 89:34, Dios prometió: “No quebrantaré mi pacto, ni alteraré lo que ha salido de mis labios” (versión kj). ¿Creemos eso al 100 por ciento? ¿Apostaríamos nuestra vida sobre esto?

Dios vio una falla en Jeremías que necesitaba ser corregida para que Él pudiera usarlo para salvar al trono de David. Y en ese momento, bajo esas pruebas dolorosas, esa falla salió a flote.

Dios está diciéndole a Jeremías y a todos nosotros quienes tenemos el trono de Dios en esta Iglesia ahora: Ustedes tienen que confiar totalmente en mí, ¡o no podrán cumplir esta comisión!

Suena fácil confiar totalmente en Dios y vivir “de toda palabra que sale de la boca de Dios” (Mateo 4:4). Pero es difícil realmente hacerlo, no al 99 por ciento, ¡sino al 100 porciento! ¡Esto es lo que Dios espera de Su pueblo que está trabajando con el trono de David!

Uno sabe que Jeremías tenía fe, pero en ese momento él no confió en Dios totalmente. Jeremías tuvo que crecer hasta el punto donde sabía que Dios cumpliría absolutamente Su palabra, sin importar que todo parecía mostrar lo contrario.

Confiar en Dios el 99 por ciento o menos, ¡es realmente una enfermedad espiritual mortal! El pueblo de Dios debe remover esta enfermedad. El mensaje de Dios es: No me reten. ¡No me acusen de perder mi bondad amorosa! Sólo sepan al 100 por ciento que si Yo lo digo, ¡será hecho!

Solamente aquellos que confían totalmente en Dios son “hijos de Sadoc”, nombrados conforme al sacerdote que permaneció leal al trono de David hasta el final. Eso significa confiar totalmente en todas y cada una de las palabras de Dios, incluyendo la promesa del cetro y el pacto con David.

Jeremías hizo una gran obra para Dios. Dios lo usó para salvar ese trono a través de la hija del rey Sedequías; el trono que él pensó que había sido destruido. Algunas veces se necesita una prueba difícil para tener confianza total en Dios. Yo creo que Jeremías estudió el Salmo 22 después de cometer ese error de no confiar al 100 por ciento en Dios (como se percibe en el Salmo 89).

Salmo 22

“Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?” (Salmos 22:1). David escribió este salmo, pero no podría aplicarse a David. ¡Realmente este salmo es sobre la crucifixión de Jesucristo! (Mateo 27:46). Yo creo que Jeremías y quizás David, pudieron haber aprendido de este mismo salmo esa lección de confianza total en Dios.

Salmos 22:1 muestra que Jesucristo estaba estremecido severamente por la prueba que Él experimentó. Se requirió un sufrimiento físico incomprensible para pagar por los pecados de la humanidad. No obstante, eso no fue lo que Lo impactó tanto. Su prueba más grande fue cuando Él se convirtió en pecado (2 Corintios 5:21), y quedó por un momento separado de Su Padre. ¡Eso nunca había sucedido antes en la eternidad!

Sin embargo, observe cómo continúa este salmo: “Dios mío, clamo de día, y no respondes; y de noche, y no hay para mí reposo. Pero tú eres santo, tú que habitas entre las alabanzas de Israel” (Salmos 22:2-3).
Incluso en medio de las pruebas de fuego más abrasadoras, Cristo proclamó la santidad de Dios.

Mientras estaba experimentando la prueba más grande de Su vida, Cristo “confió en [el Eterno] que él lo libraría” (v. 8 versión kj). Literalmente esto significa que “Él se encomendó y a Su caso, a [el Eterno]”. Las Notas de Barnes explican: “La idea es la de estar bajo la presión de una carga pesada, y rodarla o echarla sobre otro. Por lo tanto, la palabra se usa a menudo en el sentido de encargarle a alguien; confiarle algo a otro; confiando en otro”. ¡Cristo tenía confianza total en Dios! ¡Él confió en toda palabra de Su Padre! Él estaba confiado absolutamente en Su Padre y puso Su caso [Su carga] completamente en Sus manos. Ante la adversidad aplastante, Él nunca perdió la fe. ¡Él sabía que esta era la única forma en que la salvación podía abrirse a miles de millones de personas!

¡Cristo mantuvo confianza total en Su Padre incluso cuando el Padre lo rechazó! Cuando Él se volvió pecado, aun así dijo: Mi Padre sabe lo que está haciendo. Esto está en Sus manos. Yo sé lo que Él dijo, y voy a confiar totalmente en Él. Cristo tuvo que mantener esa actitud para evitar pecar.

David tuvo que haber estudiado y pensado esto profundamente para poder cumplirlo él mismo. Él vio esta cualidad extraordinaria de Dios y quiso compartir ese entendimiento, así que escribió un salmo muy conmovedor sobre esto. Y yo creo que Jeremías reconoció su propia insuficiencia y quería aprender más de David. Yo creo que él estudió Salmo 22 u otros salmos donde David aprendió la lección de confianza total en Dios. Por ejemplo, en Salmos 55:22-23, David escribió: “Echa sobre [el Eterno] tu carga, y él te sustentará; no dejará para siempre caído al justo. Mas tú, oh Dios, harás descender aquéllos al pozo de perdición. Los hombres sanguinarios y engañadores no llegarán a la mitad de sus días; pero yo en ti confiaré”.

¿Qué tan bien ha aprendido usted esta lección? Como Jeremías, todos nos quedamos cortos a veces. Pero no debemos contentarnos con eso. Debemos crecer en fe, así como Jeremías.

La vara de Dios

La comisión de Dios para Jeremías se encuentra en Jeremías 1:10. La traducción de Ferrar Fenton dice: “¡Mira! Te he nombrado hoy sobre naciones y reinos; para arrancar, para romper, para destruir y para borrar, así como para construiry plantar”.

Como lo explico en el libro El nuevo trono de David, “arrancar”, “romper” y “destruir” se refieren a las tres transferencias del trono de David profetizadas en Ezequiel 21:27, después de lo cual fue “borrado”, o sea, arruinado, destruido completamente. Después de eso, necesitaba ser construido y plantado. Eso significa que debe haber un nuevo trono. La pregunta es, ¿dónde está? Aquí Dios dice que hay un nuevo trono, ¡y tenemos que saber dónde está! Y una forma principal en la que vamos a construir el trono de David es confiando totalmente en Dios para esto.

“La palabra de [el Eterno] vino a mí, diciendo: ¿Qué ves tú, Jeremías? Y dije: Veo una vara de almendro. Y me dijo [el Eterno]: Bien has visto; porque yo apresuro mi palabra para ponerla por obra” (Jeremías 1:11-12). Cuando esto sucede, Dios va a acelerar dramáticamente los eventos.

Números 16 y 17 registran un desacuerdo sobre quién debería estar a cargo en Israel. Sin un gobierno claro, ni autoridad ni liderazgo, hay murmuraciones y problemas; esa es la naturaleza humana. Entonces Dios le ordenó a Moisés que hiciera que los líderes de cada tribu presentaran una vara, y luego dijo: “Y florecerá la vara del varón que yo escoja, y haré cesar de delante de mí las quejas de los hijos de Israel con que murmuran contra vosotros” (Números 17:5).

¿Qué hace usted si hay murmuraciones contra el líder de Dios? De alguna manera hay que convencerlos de que están equivocados, o los van a poner en el patio exterior. Aquí, Dios realizó un milagro maravilloso: “… y he aquí que la vara de Aarón de la casa de Leví había reverdecido, y echado flores, y arrojado renuevos, y producido almendras” (versículo 8). ¡Esto fue tan espectacular, que incluso los israelitas carnales no podían negar la presencia de Dios!

El principio es, compare las varas y vea dónde está trabajando Dios. Ninguno de ellos florecerá milagrosamente ni producirá frutos, excepto el que Dios está usando.

Apocalipsis 10:11 contiene nuestra comisión de “profetizar de nuevo”. Apocalipsis 11:1 dice que al líder de Dios se le da “una caña como una vara”, un símbolo de autoridad para hacer la Obra. En el tiempo del fin el pueblo de Dios fue dividido y confundido, y el 95 por ciento de ellos se apartó de Dios, y están murmurando, y están en el patio exterior, y no entienden lo que Dios está haciendo, ¡ese es un fracaso tremendo! ¡Ellos necesitan comprobar quién tiene la vara que está floreciendo, retoñando y dando fruto!

Eso es exactamente de lo que Dios está hablando al referirse a la comisión de Jeremías y la “vara de un árbol de almendra” (versión kj). En lugar de un limonero o algún otro tipo de árbol, él incluso usa almendras, tal como Dios lo hizo con Moisés y Aarón. Jeremías vio una rama desnuda, luego vino el nuevo trono, ¡y todo cambió! Este nuevo trono florece y retoña y da fruto. Aquí hay un milagro que usted puede ver. Usted puede entender dónde está el gobierno de Dios. Vemos las cosas espiritualmente hoy, pero tenemos que ver los retoños espirituales, las flores y los frutos. Es su responsabilidad comprobar eso, y Dios proporciona esa prueba con muchos pasajes bíblicos para que pueda probar dónde está Su gobierno. ¡Las flores, los retoños y frutos están ahí para que los veamos!

En los días de Moisés Dios advirtió que aquellos que no dejaran de murmurar y rebelarse, morirían (Números 17:10). Eso es lo que Dios nos dice espiritualmente. ¡En algún momento usted debe dejar de murmurar y rebelarse, o va a morir! Eso es lo opuesto a la confianza total que Dios está construyendo en Su pueblo. Esto se trata de la vida eterna y la muerte eterna. Amós 8:14 habla de personas que “caerán, y nunca más se levantarán”. El cincuenta por ciento del pueblo de Dios que se aleja de Él ¡morirá para siempre!

¡Algunos del pueblo de Dios pronto presentarán ese trono a Jesucristo en su Segunda Venida! ¿Cómo puede alguien hacer eso si realmente no comprende estas cosas? ¡Tenemos que creer lo que Dios está haciendo! Somos hijos de Sadoc, y vamos a compartir el trono con Jesucristo. Así que Dios espera el estándar más alto. Para cumplir ese papel, ¡tenemos que haber demostrado confianza total en Dios!

Podemos poner el Salmo 89 en este contexto, y lo hace mucho más significativo.

‘Nunca te dejaré’

Poco después que Jeremías aprendió esta lección, Dios lo envió con la hija de Sedequías para preservar el trono de David, ¡y entonces él fue un profeta feliz! Viajó a Irlanda, donde estableció un colegio y comenzó a enseñar historia, incluyendo la historia sobre el trono de David. Dios dijo que Él construiría el trono de David por todas las generaciones, y yo creo que Dios lo hizo principalmente a través de Jeremías.

¡Qué lección tan tremenda! No importa cuán difícil o feroz sea la prueba, solo busque en la Biblia y vea lo que Dios dice. Y cuando surja la tentación de cuestionar o desafiar a Dios, ¡absténgase! ¡Ni siquiera contemple el tema! Eso es confianza total en Dios.

Los ministros de Dios tienen la responsabilidad de enseñar la Palabra de Dios, no lo que a ellos les gustaría decir o lo que ellos piensan que deberían decir, ¡sino exactamente lo que Dios les dice que digan! ¡Eso es confianza total!

En Hebreos 13:5 Dios dice: “Nunca te dejaré, ni te abandonaré” (versión kj). Las palabras griegas originales transmiten un énfasis quíntuple en la palabra “nunca”: ¡Nunca, nunca, nunca, nunca, nunca te abandonaré! ¿Cree usted que Dios está muy lejos en algún lugar, lejos cuando las pruebas llegan? No importa lo mal que parezcan las circunstancias, o cuán terrible sea la prueba, Dios dice: ¡Nunca, nunca, nunca, nunca, nunca te abandonaré! Y Dios no puede mentir (Tito 1:2).

Cuando escuché una voz anunciando el nuevo trono de David, eso fue absolutamente como ninguna experiencia que haya tenido. ¡Pero escucharlo me hizo darme cuenta aún más de que Dios está justo aquí! Él no está en un lugar lejano. Los ángeles también están por todas partes donde sea que esté el pueblo de Dios. Esa experiencia me ayudó a ver esto aún más profundamente.

¡Dios quiere construir en nosotros confianza total! Si usted es un padre amoroso, no abandonará a su hijo. ¡Sin embargo, Dios y Su amor superan ese compromiso por muchos kilómetros! ¡Dios es perfecto! ¡Jesucristo es perfecto! Incluso en medio de la agonía de la tortura y la crucifixión, Él confió totalmente en Dios.

Yo soy un descendiente de David, y Dios me ha dado el título de rey. Probablemente quiera usar este cargo incluso menos de lo que debería, porque no me siento digno de ser algo para Dios. Sin embargo, esto significa una cierta responsabilidad para mí y para todos nosotros. Tenemos el deber de levantar y construir el trono de David.

Muchas profecías advierten que la Iglesia de Dios recibirá mucha presión en el futuro. Los enemigos castigarán a nuestra gente de manera despiadada. Probablemente dirán que las personas que escuchan una voz pertenecen en un manicomio, y que es una locura seguir a un lugar de refugio, a alguien que dice ser un rey. Ellos nos compararán con sectas raras como la de Jim Jones, quien cometió suicidio en masa. ¡Eso será difícil de enfrentar! Se necesitará una valentía firme para resistir eso. Y eso solo vendrá de conocer esta revelación y confiar totalmente en ella.

¡Dios no quiere ni una pizca de desconfianza! Somos humanos y todos pecamos. No somos perfectos como Cristo y el Padre. Pero nos esforzamos por ser como ellos tanto como podamos. ¡Estamos esforzándonos por confiar totalmente en nuestro Padre! Esa es la lección principal que debemos aprender del Salmo 89.

Si Jeremías puede tener un colapso de su fe, todos nosotros también. Él tuvo un colapso, pero creo que lo reconoció rápidamente. Y recuerde, él fue uno de los grandes hombres de la Biblia.

Si es que vamos a hacer grandes cosas para Dios, ¡tenemos que creerle a Dios! ¡Tenemos que confiar en Dios totalmente! Si hacemos eso, sin importar la oposición y los obstáculos, entonces ¡haremos una obra grandiosa para Él!