El peligro del ‘protestantismo’
‘Se nos ha pegado tanto el protestantismo que no podemos quitárnoslo de la cabeza’.

Herbert W. Armstrong dio un sermón histórico a los miembros de la Iglesia de Dios Universal en Pentecostés de 1985. “Hay una razón por la que somos los primeros frutos”, dijo. “Y me gustaría explicar eso claramente, pero me temo que la mayoría de ustedes simplemente no lo entiende. No entienden en absoluto. ¿Por qué? ¿Por qué somos las primicias? Voy a tratar de aclararlo esta tarde, y aun así creo que no lo entenderán”.

El Sr. Armstrong murió unos ocho meses después de dar ese mensaje. Y los años que siguieron, trágicamente demostraron que él tenía razón cuando alrededor del 95% de los miembros de la Iglesia terminaron rechazando la mayor parte o la totalidad de lo que Dios había enseñado a través de él.

¿Por qué lo rechazaron? Porque, como el Sr. Armstrong había advertido en ese sermón, ¡no vieron la razón por la que eran los primeros frutos!

El Sr. Armstrong no sólo les dijo a los miembros que no estaban comprendiendo la visión de las primicias; también les dijo por qué: “Se nos ha pegado tanto el protestantismo que no podemos quitárnoslo de la cabeza”.

Continuó: “[Los protestantes] piensan que Dios está tratando de salvar a todo el mundo; y luego nosotros [los miembros de la verdadera Iglesia] pensamos: ‘Bueno, Él simplemente nos está salvando a nosotros primero’. Y esa no es la respuesta en absoluto. No somos salvados sólo porque Dios quiere que seamos Sus favoritos y que entremos en Su Reino antes que otros. Somos salvados por un propósito muy, muy grande. Somos los primeros frutos de la cosecha de Dios para Su Reino”.

El Sr. Armstrong fue claro sobre la razón por la que los miembros de la Iglesia no estaban comprendiendo y amando la verdad a un nivel significativo: demasiado protestantismo.

Para el tiempo en que él dio ese sermón, la idu había marchado con fuerza durante más de cinco décadas. Muchos miembros no eran de origen protestante, sino que eran cristianos de segunda generación. Su exposición directa al protestantismo había sido mínima. Eso hace que sea más interesante que él haya señalado al protestantismo como la causa de su fracaso.

También es significativo que no dijera que la Iglesia se había contagiado mucho de la religión de los misterios babilónicos, o del catolicismo, con la cual la verdadera Iglesia está en conflicto como está profetizado. No, ¡él dijo el protestantismo! Y efectivamente, después de su muerte y de que los líderes laodicenos tomaran el mando, no dirigieron a la Iglesia hacia el catolicismo o hacia el ateísmo puro, sino lo más profundamente posible hacia el protestantismo.

¿Cómo utilizó Satanás este sistema de creencias de siglos de antigüedad para engañar a tantos del pueblo de Dios, y cómo lo está utilizando hoy?

No debemos ignorar una de las últimas grandes advertencias del Sr. Armstrong, o pensar que su amenaza ha pasado. Veamos de cerca los peligros del protestantismo y estudiemos cómo evitar que se nos pegue.

¿Qué es el protestantismo?

Pocos años después de la crucifixión de Jesucristo, los hombres comenzaron a tergiversar Sus enseñanzas y a mezclarlas con el paganismo, formando una religión que se convertiría en el catolicismo romano. Y durante cientos de años después, esta gran iglesia falsa dirigió la religión dominante del mundo occidental. Pero en 1517, un monje alemán llamado Martín Lutero puso su lista de “Noventa y cinco tesis” en la puerta de una iglesia de la corte en la ciudad de Wittenberg.

Lutero tenía numerosas quejas, o “protestas”, contra la Iglesia católica. Una de sus principales preocupaciones era cómo ser salvo. En una carta sobre su decisión de salir de la iglesia madre, escribió: “Ansiaba mucho entender la epístola de Pablo a los romanos y nada se interponía en el camino salvo esa única expresión, ‘la justicia de Dios’, porque entendí que significaba esa justicia por la cual Dios es justo y trata con justicia al castigar a los injustos. (…) Noche y día reflexioné hasta que (…) comprendí la verdad de que la justicia de Dios es esa justicia por la cual, mediante la gracia y la misericordia, Él nos justifica por la fe”.

Así que Lutero razonó que Dios no espera nada de nosotros porque nos ama tal como somos. Esta creencia terminó por iniciar el movimiento protestante, que formó tres denominaciones principales disidentes: la luterana, la calvinista o reformada y la anglicana. Hoy existen miles de sub denominaciones y ramas. Algunas tienen trozos de verdad dispersos en un mar de engaños. Otras se basan casi por completo en la emoción. Todas tienen numerosos desacuerdos entre sí, pero una cosa en la que todos los protestantes parecen estar de acuerdo es la noción de Lutero de que Dios nos ama tal como somos.

Considere esta afirmación de un protestante actual, un ministro presbiteriano llamado Philip Tait: “Las tres denominaciones disidentes, como se les conocía, no estaban de acuerdo en la relación de la iglesia y el Estado, el orden eclesiástico, el bautismo o incluso los términos precisos en los que expresaban su teología del pacto; pero estaban totalmente de acuerdo en predicar el mismo evangelio de la salvación por la gracia y la justificación por la fe. No podemos afirmar que somos protestantes a menos que creamos y enseñemos la misma ‘sana doctrina”.

Esa es la base del protestantismo: Si usted tiene fe en que Cristo murió por sus pecados, no necesita hacer nada más que reconocer ese hecho.

Santiago 2:18-24 es el pasaje más explícito que refuta este enfoque: “Pero alguno dirá: Tú tienes fe, y yo tengo obras. Muéstrame tu fe sin tus obras, y yo te mostraré mi fe por mis obras. Tú crees que Dios es uno; bien haces. También los demonios creen, y tiemblan. ¿Mas quieres saber, hombre vano, que la fe sin obras es muerta? ¿No fue justificado por las obras Abraham nuestro padre, cuando ofreció a su hijo Isaac sobre el altar? ¿No ves que la fe actuó juntamente con sus obras, y que la fe se perfeccionó por las obras? Y se cumplió la Escritura que dice: Abraham creyó a Dios, y le fue contado por justicia, y fue llamado amigo de Dios. Vosotros veis, pues, que el hombre es justificado por las obras, y no solamente por la fe”.

Creo que el Sr. Armstrong identificó el protestantismo como un peligro principal para la verdadera Iglesia debido a su atractivo para el pueblo de Dios. El protestantismo se fundamenta en una enseñanza seudo bíblica, de sentirse bien y que suena mucho más fácil y atractiva que la ley.

Veamos cuatro creencias protestantes peligrosas que se conectan entre sí. Podrían verse como el fruto, las ramas, el tronco y las raíces del mismo árbol venenoso y mortal.

El fruto: Comodidad

Deuteronomio 8:11-14 advierte al pueblo de Dios que no debe dar prioridad a las cosas materiales y a la comodidad a corto plazo que proporcionan: “Cuídate de no olvidarte de [el Eterno] tu Dios, para cumplir sus mandamientos, sus decretos y sus estatutos que yo te ordeno hoy; no suceda que comas y te sacies, y edifiques buenas casas en que habites; y tus vacas y tus ovejas se aumenten, y la plata y el oro se multipliquen, y todo lo que tuvieres se aumente; y se enorgullezca tu corazón, y te olvides de [el Eterno] tu Dios, que te sacó de la tierra de Egipto, de casa de servidumbre”.

En los últimos años del Sr. Armstrong, la idu estaba floreciendo, pero los miembros estaban olvidando lentamente a Dios. Esto se debe en parte a que el “ganado” y el “oro” de los miembros, por así decirlo, se habían multiplicado; muchos tenían una muy buena situación financiera, y al estar enfocados en el confort de los bienes materiales a su alrededor, Dios pasó al plano secundario.

Cambiar y crecer para llegar a ser más como Dios puede ser extremadamente incómodo. El protestantismo dice que todo lo que tenemos que hacer para ser salvos es creer que Jesús murió por nosotros, así que no requiere ninguna acción que ponga en riesgo la comodidad que encontramos en las cosas materiales. El protestantismo nos ofrece comodidad, y eso es peligroso porque es extremadamente atrayente para todos nosotros.

¡Cualquiera de nosotros puede llegar a sentirse tan cómodo en la vida que nos dormimos espiritualmente! ¿Cuánto oramos para que venga el Reino de Dios? ¿Estamos ansiosos por ver el fin de este mundo actual y de su sufrimiento y confusión, y por ayudar a establecer la sociedad futura de Dios de paz y verdad? ¿O estamos atrapados en las cosas y los caminos de este mundo?

“¿Entendemos realmente que este no es el mundo de Dios?” escribió el Sr. Armstrong. “Éste es el mundo de Satanás. ¿Pero no hemos dejado, la mayoría de nosotros, que se nos pegue tanto el protestantismo que simplemente damos por sentado que este es el mundo de Dios—la civilización de Dios?” (carta a los colaboradores, 23 de marzo de 1984).

Esta es una verdad incómoda: Podemos quedarnos atrapados en pensar cómo hacer que este mundo sea mejor en lugar de ver que tiene que ser totalmente remplazado. Podemos pensar que, si sólo un partido político estuviera en el poder en lugar de otro, estaríamos en el buen camino. La verdad es que este es el mundo de Satanás. Todos los partidos políticos y otras organizaciones creadas por el hombre están bajo su dominio. ¡Él sigue teniendo el control y difundiendo su maldad con gran urgencia! (Apocalipsis 12:9; 2 Corintios 4:4; Efesios 2:2).

Ser incapaz de distinguir el mundo de Dios del de Satanás es ceguera espiritual.

En Mateo 4:8-9, Satanás le ofreció a Jesucristo el dominio de los reinos de este mundo. ¡Y Cristo sabía que en realidad eran de Satanás y él podía entregárselos! Seguirle la corriente habría resuelto muchos de los problemas de Cristo a corto plazo. La gente no habría estado tratando de matarlo todo el tiempo. Podría haber sido una vida bastante confortable, al menos durante un tiempo. Pero Cristo no buscaba la comodidad.

En Oklahoma, donde tiene su sede la Iglesia que produce la Visión Real, no hay que buscar mucho para encontrar iglesias que ofrecen un tipo de cristianismo cómodo. Una de las iglesias más numerosas y protestantes en Edmond afirma en su página web lo siguiente: “No importa lo que hayas hecho, Jesús te invita a venir como eres. El rechazo es doloroso. Nos deja sintiéndonos rechazados, indignos y como si no perteneciéramos”.

Estos protestantes están diciendo que los cristianos pueden engullir a Dios en su estilo de vida en lugar de hacer lo contrario. Eso suena cómodo, pero no está basado en la Biblia.

En la revista Las Buenas Noticias de agosto de 1981, el Sr. Armstrong explicó la verdad basada en la Biblia: “¿Qué es la religión? ¿Es simplemente un interés fortuito, secundario a muchas otras cosas, como ganarse la vida, su hogar, su familia, amigos, pasatiempos, deportes, entretenimientos? ¿Posiblemente secundaria a la televisión o al cine? La religión es su conexión con Dios—su relación con Él. La religión es darse cuenta del propósito de su vida—la razón por la que Dios le hizo nacer—la razón por la que usted respira y existe, el propósito o la meta final de su vida, y cómo vivir esa vida para llegar a allá”.

El protestantismo es atrayente porque no requiere arrepentimiento o cambio, ¡y sin embargo todos nuestros pecados siguen siendo perdonados! Venga tal como es, crea que Cristo es su Salvador, y siga con su vida lo más cómodamente posible. Si su vida es un desastre, todo lo que tiene que hacer es recordar que Cristo ya pagó por sus pecados.

Es cómodo creer que Dios está de nuestra parte, que no tenemos nada de qué arrepentirnos, nada que cambiar. Sería cómodo pensar que no tenemos que salir a profetizar y atraer una atención indebida hacia nosotros, y que podemos limitarnos a estudiar nuestras Biblias y vivir una vida tranquila, y que nadie nos molestará.

El jefe editor de Visión Real, Gerald Flurry, en su folleto Cómo ser un vencedor, dedica una gran parte al rey David, a sus terribles pecados y a su hermoso—pero profundamente incómodo—arrepentimiento.

En relación con el Salmo 50:18-20, el Sr. Flurry escribe: “Dios es muy específico acerca de la culpa que estaba sobre la cabeza de David. Él había incurrido en hurto, adulterio, asesinato, engaño, calumnia; una multitud de pecados horribles”. Luego cita el versículo 21, que registra a Dios hablándole a David: “Estas cosas hiciste, y yo he callado; pensabas que de cierto sería yo como tú; pero te reprenderé, y las pondré delante de tus ojos”. El Sr. Flurry explica: “[David] comenzó a pensar: Dios piensa exactamente como yo; y estoy obrando bien. ¡Pero Dios no piensa como nosotros! Debemos poner nuestros pensamientos en línea con los de Él”.

Esto era cierto para David, y es cierto para cada uno de nosotros. Para evitar preocuparnos por la comodidad, no debemos pensar que Dios piensa como nosotros.

También debemos evitar con diligencia estar confortablemente cerca del mundo y muy centrados en lo físico. Debemos orar a diario y sinceramente para que venga el Reino de Dios, dedicándonos a esa visión y apoyando a la Obra que la comparte con los demás. ¡No se olvide de Dios! ¡No se olvide de Su Obra! Vele y ore, ¡y entusiásmese por la profecía!

Una verdadera y comprobada forma de lograr todo esto es leer regularmente el útil manual de vida de Gerald Flurry: Cómo ser un vencedor.

Las ramas: ‘El amor es lo que usted siente que es’

Otro de los principales desacuerdos de Lutero con la Iglesia católica se refería a su interpretación del amor piadoso.

En su artículo de 2017 titulado “La reforma del amor de Martín Lutero”, Ronn Rittgers, profesor de historia y teología en la Universidad de Valparaíso, explicó: “[Lutero] pensaba que Dios esperaba que él cumpliera los dos grandes mandamientos [el amor a Dios y al prójimo], y que lo hiciera a la perfección y, al menos al principio, por voluntad propia. Para comprender el nuevo consuelo ofrecido por Lutero, hay que apreciar que la fuente de su conciencia culpabilizada era la convicción de que era totalmente incapaz de responder a la inmensa demanda de amor perfecto y altruista hacia Dios y al prójimo que encontraba en las Escrituras. Él creía que le era imposible dar un primer paso hacia la producción de este amor a través de sus propios esfuerzos, como se le había enseñado. El problema básico de Lutero era el del amor. (…) Para él, la justificación era el fluir del amor de Dios que ama al pecador como pecador…” (Regent WorldMundo Regente, otoño de 2017).

Los católicos enseñaban que los pecadores tenían que demostrar primero que eran dignos, antes que Dios los amara. Ellos tejieron esta enseñanza en un sistema de confesión, penitencia e “indulgencias”. Esto significa que, si una persona confesaba sus pecados a un sacerdote, éste podía recitar una serie de oraciones o, como era la norma en la época de Lutero, pagar dinero a la iglesia. La iglesia rezaría entonces para asegurar que eso fuera considerado como prueba del mérito de la persona para que Dios la amara.

Este tipo de amor “ganado” o “comprado” no le gustó a Lutero. Él rechazó ese sistema y formó sus propias doctrinas sobre el amor divino. Tenía razón al rechazar al católico sin sentido. Pero sus enseñanzas se fueron al otro extremo y esencialmente decían que Dios está bien con nosotros tal como somos.

El tipo de pensamiento que sustentaba sus enseñanzas se esboza en Judas 4, que habla de “hombres impíos, que convierten en libertinaje la gracia de nuestro Dios, y niegan a Dios el único soberano, y a nuestro Señor Jesucristo”.

Sí, existe la gracia. ¡Pero eso no significa que los cristianos deban permanecer en el pecado!

En verdad, Dios es amor (1 Juan 4:8, 16). Pero la verdad de lo que es realmente el amor piadoso ha sido claramente malentendida tanto por los católicos como por los protestantes.

El amor según Dios es altruista y sacrificado, lo que se relaciona con el punto anterior sobre la comodidad. Debemos esforzarnos y exigirnos por el bien de los demás. Esto puede ser incómodo, pero es el tipo de amor generoso que llena a Dios.

El punto de vista protestante sobre el amor se refiere generalmente a lo que nos hace sentir bien. Podemos tener mucho amor humano y hacer mucho por otras personas basándonos en cómo nos hace sentir.

En Job 29:12, aprendemos que antes de la prueba de Job, él se preocupaba por las viudas y los huérfanos porque él era muy amoroso. Pero a medida que se exponen las motivaciones subyacentes de Job, queda claro que esto fue impulsado por el tipo de amor equivocado. No era el amor desbordante y altruista de Dios.

La Escritura que los protestantes parecen señalar más que ninguna otra es Juan 3:16: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”. Aunque citan esta Escritura constantemente, no la entienden. Se trata de un tipo de amor diferente. Es un amor de acción. Y lo que los protestantes pasan por alto es que debemos amar como Dios lo hace. ¡El sacrificio que hizo al dar a Su Hijo y arriesgarse a perderlo para siempre fue un ejemplo del amor altruista que los verdaderos cristianos deben encarnar y mostrar!

En su folleto La última hora, el Sr. Flurry escribe: “Juan 3:16 enseña que nuestro Padre amó tanto al mundo que dio a Su único Hijo engendrado. Estamos construyendo ese tipo de amor, arriesgándolo todo físicamente porque amamos a la Familia de Dios. ¡Éste es el tipo de amor de familia que durará para siempre!”.

Hacia el final de su sermón de Pentecostés de 1985, el Sr. Armstrong volvió a mencionar la corrosiva influencia del protestantismo en los miembros de la verdadera Iglesia. “Él dijo que esa influencia estaba cegando a los miembros de lo que es el verdadero amor piadoso, y evitando que los primeros frutos (llamados por adelantado del mundo), vean que deben poner ese amor en acción. Él dijo: “A la Iglesia—y a nadie más que a la Iglesia—Jesús dijo: Al que venciere (los que están estudiando para ser maestros, si vencen) le daré que se siente conmigo en mi trono; y me ayudará a gobernar y a enseñarle al mundo”, haciendo referencia a Apocalipsis 3:21.

¡Esto es amor verdadero! Esto es amor sacrificado en el espíritu del amor descrito en Juan 3:16. ¡Los cristianos vencen, entonces aprenden a gobernar el mundo en amor y a enseñar el camino del amor a todos los hombres! Apocalipsis 5:10 dice que seremos “reyes y sacerdotes” y gobernaremos bajo Jesucristo en la Tierra. Este gobierno consistirá en enseñar al mundo a vivir el camino del dar.

El Sr. Armstrong continuó: “¿Por qué somos los primeros frutos? ¿Por qué? No estoy hablando de qué, cuándo, o cómo, o cualquier otra cosa; sino de por qué. Somos los primeros frutos para convertirnos en maestros para enseñar a los demás. La Iglesia es la escuela”.

Si vamos a aprender a amar como Dios ama, no podemos quedarnos atrapados en lo que queremos. En cambio, debemos pensar en nuestro llamamiento eterno: ¡amar, enseñar y cuidar a todos los hijos de Dios! Desarrollar este tipo de amor verdadero es la razón por la que estamos aquí. Es para los demás, ¡no para nosotros mismos!

Si pensamos que el amor de Dios es un sentimiento como lo hacen los protestantes, entonces lo veremos como algo que podemos “desarrollar”. Nos inclinaremos a verlo como una emoción alcanzable a nivel humano. Y esa visión nos aleja de Dios porque nos disuade de razonar con Él y de confiar en Su poder.

En el mundo polarizado y retorcido de hoy, podemos ver el impacto de idolatrar la emoción humana quizás más que nunca. Los sentimientos se han vuelto más importantes que los hechos para mucha gente. El protestantismo fue uno de los creadores de esta visión que desprecia la verdad, al menos en el mundo occidental. No es una creencia basada en la revelación, la razón o los hechos. Todo se basa en el sentimiento.

Un verdadero cristiano no debe basar sus decisiones y acciones en los sentimientos, sino en lo que la Biblia dice que debe hacer. Cada uno de nosotros debe orar para que el poder del Espíritu Santo de Dios y sus frutos—con el amor piadoso a la cabeza de la lista—nos impulsen (Gálatas 5:22-23).

Debemos estudiar la verdad en nuestras Biblias como los de Berea, que escudriñaban en las Escrituras a diario con una actitud discernidora pero positiva (Hechos 17:11). Debemos meditar en el amor puro y profundo que permitió a Dios sacrificar a Su Hijo para darnos vida real en Su Familia. Ese es el amor que cada uno debe dejar que Dios construya en nosotros.

Para llegar a conocer el verdadero amor de Dios y cómo dejar que Él construya más de éste en usted, lea el folleto del Sr. Flurry El evangelio de Juan: el amor de Dios.

El tronco: El vano individualismo

Otro aspecto peligroso del protestantismo que puede contagiarnos es el excesivo enfoque en el individualismo. Esto también puede remontarse a Lutero.

En un artículo de 2017 titulado “Martín Lutero es el santo patrón del individualismo”, Richard Rext afirmó: “A pesar de toda su insistencia en la Biblia solamente, [Lutero] tenía el sentido más vivo de su papel protagonista en el drama de su época. Sabía que era él quien Dios había levantado para la tarea de reavivar Su Palabra. Su doctrina central, ‘la justificación sólo por la fe’, estaba destinada a dar a cada creyente individual la certeza absoluta de disfrutar de la gracia y el favor de Dios. (…) El individualismo subyacente de lo que más tarde se denominaría ‘la relación personal con Dios’ pasó al adn del protestantismo liberal y de ahí a la mayoría de las facetas de la cultura occidental”.

Lutero rechazó la política de la Iglesia católica de interponerse entre los individuos y Dios. Tenía razón en que los católicos estaban equivocados. Y tenía razón en cuanto a la necesidad de que cada individuo cultive una relación personal con Dios y el hecho de que podemos tenerla. Pero se fue a un extremo erróneo que sentó las bases de gran parte del pensamiento occidental actual.

El protestantismo y otros aspectos de la sociedad moderna enseñan que cada individuo es lo suficientemente inteligente como para averiguar cómo vivir su vida solo. Eso, por supuesto, es exactamente lo que Satanás le dijo a Eva en el Jardín del Edén: Puedes decidir por ti misma de qué árbol comer y cómo vivir de forma que te haga feliz.

El ministro presbiteriano estadounidense Michael A. Milton, articuló recientemente la forma en que él y muchos protestantes creen que cada individuo es libre de elegir cómo adorar a Dios: “Pienso en la iglesia, la esposa de Cristo, como un hermoso mosaico. Hay miles de piezas incrustadas de vidrio divinamente forjado, de todos los colores del amplio espectro, incrustadas dentro de la arcilla de la tierra donde ahora residimos. Los cortes son tan variados como los colores. Para estar seguros: hay una sola Luz. Pero cuando la Luz se dispersa a través del prisma de nuestras culturas, nuestras comunidades y nuestras propias vidas, una vibrante profusión de fe estalla en una celebración celestial. Esta es la iglesia de nuestro Señor en todo el mundo y a través de todas las eras”.

Él es elocuente y trata de hacerlo parecer hermoso. Pero se basa en el razonamiento y los sentimientos humanos, no en la Biblia.

En 1 Corintios 1:10, el apóstol Pablo dice claramente: “Os ruego, pues, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que habléis todos una misma cosa, y que no haya entre vosotros divisiones, sino que estéis perfectamente unidos en una misma mente y en un mismo parecer”.

En su carta a los Efesios, Pablo reiteró la necesidad de la unidad de la Iglesia: “Un cuerpo, y un Espíritu, como fuisteis también llamados en una misma esperanza de vuestra vocación” (Efesios 4:4).

Muchos otros pasajes muestran que la verdadera Iglesia no está dividida, y que los verdaderos cristianos deben adorar y obedecer a Dios como miembros de Su única e indivisible Iglesia.

Por supuesto, nuestra relación personal con Dios es primordial para cada uno de nosotros. Pero debe ser en los términos de Dios. No lo encajamos a Él en nuestras vidas. Somos nosotros los que debemos siempre estar aprendiendo, cambiando, arrepintiéndonos y creciendo para llegar a ver como Él ve y pensar como Él piensa. Y Él ha designado a Su Iglesia como el organismo en el que podemos lograr esto.

“¿Qué pasa con el cristiano ‘solitario’ que dice: ‘Serviré a Cristo a mi manera’?” escribió el Sr. Armstrong. “¿Qué pasa con el que deja la Iglesia de Dios para tener su propia relación privada con Cristo—para conseguir su propia salvación—sin aportar su parte al esfuerzo de la Iglesia para enviar el verdadero evangelio a todo el mundo? ¿O qué hay del que sigue a un hombre por la personalidad, el carisma o el atractivo de ese hombre, o de algún otro grupo? ¡Deténgase y piense! ¿Va a casarse Cristo con una serie de grupos diferentes que no están en completa armonía entre sí, pero que todos ‘profesan a Cristo’?” (La Pura Verdad, septiembre de 1979).

Dios nos hizo para tener libre albedrío, pero ninguno de nosotros puede decidir lo que está bien y lo que está mal. Dios ama la variedad, por lo que todos somos únicos y debemos tener nuestra propia personalidad. Pero Su ley es inmutable e inexorable.

El individualismo, en el contexto del protestantismo, es casi sinónimo de egoísmo. Sí, somos responsables de nuestra propia salvación, pero no podemos tener eso como objetivo principal. Debemos estar enfocados en ayudar y dar a los demás.

En Filipenses 2:12, Pablo escribe: “Por tanto, amados míos, como siempre habéis obedecido, no como en mi presencia solamente, sino mucho más ahora en mi ausencia, ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor”. Algunos pueden decir que este pasaje nos da a cada uno licencia para hacer lo que nos parece correcto, pero Pablo está en realidad discutiendo la forma en que los hermanos habían estado obedeciendo bien a Dios y animándolos a continuar de esa manera, e incluso a mejorar sus éxitos anteriores. Podemos estar seguros de que los hermanos de entonces no estaban trabajando en su propia salvación basándose en sus razonamientos y sentimientos humanos. Sí, cada individuo es responsable de sí mismo. Pero el enfoque de cada persona debe estar basado sólidamente en la ley de Dios y en Su camino del dar.

Muchas iglesias protestantes permiten que sus miembros participen en viajes misioneros y otros tipos de obras de caridad, pero no se les exige participar porque creen que no se requieren obras para la salvación. A nivel individual, la mayoría se preocupa principalmente por su propio camino individual hacia Dios, no por enseñar o ayudar a los demás.

Este pensamiento ha influido ciertamente en los miembros de la verdadera Iglesia de Dios.

El Sr. Armstrong escribió: “Recordé que, en los años entre 1937 a 1947, cuando la Obra se extendía por Estados Unidos (cuando estaba lejos de Eugene, añadiendo más emisoras de radio, hablando, predicando, bautizando a nuevos miembros) cerca de la mitad de la iglesia matriz tenía la actitud de: ‘Ojalá el Sr. Armstrong se quedara en casa y se ocupara de la iglesia aquí’. ¿Qué nos importa llevar el evangelio a la gente de Texas, o de Iowa, o de otras partes del país?” (Boletín, 17 de julio de 1974). Él explicó que los únicos intereses de estos miembros estaban “en la iglesia local” y en “desarrollar su propia vida espiritual personal”. Continuó: “No tenían ningún interés en dar esto a otros en lugares lejanos. Estaban en el camino de vida del obtener. Obtener su propia salvación. Entrar en el Reino. La actitud del protestantismo de este mundo—los protestantes fundamentalistas—se les había pegado. Podían ser conscientes de la gran comisión, pero no les parecía que se refería a ellos personalmente. Su concepción de ‘la Obra’ era que era ‘la obra del Sr. Armstrong’. O que ninguno de nosotros debía participar en ella. Que la mitad de la Iglesia ya estaba muerta espiritualmente, y la mayoría de ellos ahora también están muertos físicamente”.

Los que siguen a Dios en espíritu y en verdad saben que Su Iglesia debe compartir el evangelio con el mayor número de personas posible. ¡Se trata de compartir! Se trata de ayudar a los demás, y hacerlo apoyando al hombre de Dios en la Tierra y a la Obra que Dios hace a través de él.

Tenemos relaciones individuales con Dios, pero eso no significa ser cristianos solitarios. A Cristo no le interesa una Esposa dividida que no esté a una con Él.

El énfasis en el individualismo apela a nuestra vanidad intelectual y a nuestro egoísmo. Pero si pensamos constantemente en los demás y no dejamos que se instale una actitud quisquillosa o negativa, podemos salvaguardarnos de ella. Debemos comprender que Dios ha utilizado a hombres (y mujeres) imperfectos a lo largo de la historia para hacer Su voluntad. Debemos pedir a Dios siempre comprensión, sabiduría y, sobre todo, humildad. Con humildad, veremos que no podemos apoyarnos en nuestro propio entendimiento. Necesitamos el de Dios.

Un folleto excelente para ayudarle a lograr todo esto es No Freedom Without Law, [No hay libertad sin ley, disponible en inglés] por el Sr. Flurry.

Las raíces: El rechazo al gobierno

El nombre protestante proviene del hecho de que nació de una “protesta” contra el gobierno de la Iglesia Católica y su rechazo a éste. Había muchas cosas en la enseñanza y el gobierno católicos que merecían ese rechazo. El problema es que, en el proceso, los protestantes desecharon gran parte del concepto general de gobierno.

Es fácil ver cómo, con su política de “ven como eres” y su énfasis en la elección individual, un gobierno firme no funcionaría con los protestantes. Ellos odian la ley, por lo que la idea de gobierno y autoridad también es un anatema para ellos. No quieren que Dios—y mucho menos un hombre a través del cual Dios está trabajando—les diga lo que tienen que hacer. No quieren ser gobernados por el gobierno venidero de Dios. ¡Prefieren el que gobierna al mundo hoy! Pero, de nuevo, este no es el mundo de Dios.

Satanás odia la ley y ha influido en el hombre y propagado ese mismo odio en ellos. En The True History of the True Church of God [La verdadera historia de la verdadera Iglesia de Dios], el Sr. Flurry escribe: “Satanás ha engañado a un enorme número de personas religiosas, incluidos los católicos, los protestantes y, en demasiados casos, incluso a los de la verdadera Iglesia de Dios, para que conviertan esa gracia espectacular en una licencia para desobedecer. Enseñan que no es necesario guardar ‘esa antigua ley”. También rechazan al gobierno que proclama y hace cumplir la ley.

El Sr. Flurry continúa hablando de Simón el Mago que se menciona en Hechos 8 y a través del cual Satanás estableció la iglesia cristiana falsa. Escribe: “Esa doctrina de desafuero es lo que constituye esa gran iglesia falsa. Ese fue su comienzo, ¡y así es como es y será hasta el final! ¡Y esa mentira es precisamente lo que predicaba Simón el Mago! ¡Él estaba atado a la ilegalidad! Jesucristo vino a la Tierra y murió por nuestros pecados, y usted puede estar seguro de que Satanás va a falsificar algo así de importante”.

Esa falsificación está muy viva hoy en día, no sólo en el catolicismo, sino también en las iglesias protestantes hijas sin ley que surgieron de él. El protestantismo se centra mucho en Cristo. Pero ignora la forma en que Cristo señalaba constantemente al Padre, la Cabeza de la Familia Dios.

Los protestantes no quieren pensar en cómo debería funcionar la estructura de gobierno, en cómo Dios trabaja a través del gobierno ¡y en cómo ha trabajado de esa manera desde siempre!

Los dos propósitos de Dios para el hombre son reproducirse a Sí Mismo y restaurar el gobierno de Dios en la Tierra y más allá en el universo. ¡El gobierno es fundamental!

Podemos pensar en el rechazo del gobierno como la raíz del árbol protestante porque todos los demás aspectos de su rechazo a las verdaderas doctrinas basadas en la Biblia brotan de éste. Es la raíz del camino egocéntrico del obtener.

La mejor manera de evitar ser corrompido por la postura antigubernamental del protestantismo es mirar al gobierno de Dios en la Tierra; Él está trabajando a través de hombres hoy, en la Iglesia de Dios de Filadelfia. Es una obra de fe unida a la obediencia. Es una obra de logros y de dar a los demás que vale la pena.

El gobierno de Dios es uno de ley, pero la ley misma es amor. Para comprender la belleza de la ley de Dios y de Su gobierno, solicite sus ejemplares gratuitos de El gobierno de la Familia de Dios y El nuevo trono de David.

No para nosotros mismos

En un sermón en la Fiesta de Tabernáculos en 1976, el Sr. Armstrong dijo: “Quiero decirles, hermanos, que es una de las cosas más descorazonadoras del mundo cuando puedo predicar hasta que estoy tan cansado que apenas puedo mantenerme en pie, y me encuentro con que la mitad o más de ustedes no cree ni una palabra de lo que estoy diciendo. ¡Ustedes creen lo que dicen los protestantes! ¡Se les ha pegado tanto el protestantismo que creen que Dios está intentando salvar a todo el mundo y que Satanás está intentando que se pierdan! ¡Y eso es una mentira! ¡Eso no es la verdad! ¡Eso no es lo que dice la Biblia! Y no es lo que dice Dios. ¡Dios les ha dado a ustedes el Espíritu Santo para ayudar a hacer el trabajo! Para que me apoyen en llevar los anuncios al mundo, y para ningún otro propósito excepto como un medio para que obtengan su propio crecimiento espiritual y crezcan en el Espíritu, crezcan en gracia y conocimiento, para que puedan estar ahí conmigo en el trono de Cristo con el poder de gobernar a las naciones cuando salgamos a salvar al mundo. Ahí es cuando vamos a salvar al mundo”.

El fondo del asunto es que no estamos aquí por nosotros mismos.

El protestantismo es una religión egocéntrica, y así es como se apoderó de tantos del pueblo de Dios. Su énfasis en la comodidad, el amor meloso y el individualismo, es un reflejo de su rechazo a ser gobernados por Dios y a hacer lo que Él manda.

Todo lo que hace la idf—escuelas, actividades de la congregación, edificios, proyectos, programas, literatura y lo demás—está diseñado para apoyar al hombre que Dios ha elegido para advertir al mundo antes de que se autodestruya. Debemos estar en guardia para no confundirnos y centrarnos demasiado en el aquí y el ahora. Debemos estar vigilantes en ponernos tras esta Obra para ayudar a los demás.

Todavía no es el mundo de Dios. Ahora es el momento de apoyar Su gobierno, ¡que pronto gobernará al mundo entero de la manera correcta!