Enfrentando un enamoramiento
¡Aprende a gobernar tus emociones!

¿Alguna vez te has enamorado de alguien? Yo recuerdo al primer amor de mi vida, Heather. Era hermosa, tenía cabello oscuro y sedoso, un carácter positivo y era muy ingeniosa. Tristemente, yo no estaba en condiciones de mantenerla en ese tiempo: no tenía ahorros y mis ingresos eran escasos. Tendría que pasar mucho tiempo antes de que nuestras circunstancias cambiaran, ya que ambos estábamos en segundo grado.

Para un niño de 7 años, este tipo de sentimientos son muy diferentes a los de un muchacho de 17 años. Estas emociones se vuelven más complicadas a medida que creces.

¿Sabías que Dios creó esos sentimientos? ¡Él creó el sexo, el deseo y las hormonas para que fueran una gran bendición en nuestras vidas!

Herbert W. Armstrong definió el amor en su libro La dimensión desconocida de la sexualidad: “El amor es desinteresado y generoso. No es una emoción, aunque puede expresarse en contexto emocional. El verdadero amor combina el aspecto racional del interés altruista o deseo de servir, ayudar y compartir, con un sentimiento de cariño sincero”.

Dios creó esas emociones y sentimientos que hacen que el amor verdadero sea mucho más satisfactorio y disfrutable. Y nos creó con la capacidad de tener esos sentimientos mucho antes de estar listos para el matrimonio. Incluso las hormonas que contribuyen a esos sentimientos se desarrollan durante la adolescencia. ¿Por qué haría Dios eso? ¿Lo has pensado alguna vez?

¡En realidad, Dios también quiere que estos sean una bendición y un beneficio para todos nosotros! Pero si no tenemos cuidado, este aspecto de la vida puede llevarnos fácilmente a cometer errores, incluso algunos serios.

Aquí es donde la instrucción, el conocimiento revelado por Dios, es tan útil. Puesto que no podemos resolver estas cosas por nosotros mismos, Dios nos enseña a conducir nuestras vidas de manera que sean una bendición para nosotros. Pero debemos seguir Su camino.

Considera el Séptimo Mandamiento: No cometerás adulterio. Este mandamiento salvaguarda la relación humana más importante, entre marido y mujer. Cometer adulterio viola los derechos sagrados que otorga la relación matrimonial. Este mandamiento prohíbe el uso del sexo fuera del matrimonio ¡porque el sexo prematrimonial supone un grave perjuicio a un matrimonio futuro! Si no tuviéramos este mandamiento de Dios, fácilmente pensaríamos que el sexo prematrimonial es asombroso, como lo cree la mayoría de la gente en el mundo. El sexo prematrimonial destruye totalmente vidas y es parte de la causa de la desintegración familiar en el mundo actual. Dios quiere que evitemos todo este tipo de problemas.

1 Corintios 6:18 dice: “Huid de la fornicación”. Este es un mandamiento extremadamente valioso de Dios. Ni siquiera te acerques a quebrantar el Séptimo Mandamiento ¡huye de él! Si obedeces lo que Dios dice, evitarás problemas mayores. La experiencia muestra que estas emociones son muy poderosas ¡y fácilmente pueden llevarte a decir y hacer cosas que no deberías hacer! “El espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil” (Mateo 26:41). Dios está diciendo: Confía en mí sobre esto, ¡Simplemente aléjate y huye! ¡Te evitarás muchos problemas!

La Iglesia de Dios toma muy en serio estos mandamientos, y por eso tenemos la política de no salir en pareja cuando se es demasiado joven. No te cierres a una pareja, ¡más bien amplía tu círculo! Estas políticas emanan directamente de lo que Dios ordena.

El Sr. Armstrong escribió el 22 de mayo de 1963: “Presionamos a todos los estudiantes, hasta mediados del último año, para que aparten de su mente el matrimonio. Salgan con diferentes personas, y eviten ‘andar de novios’ (un mal moderno entre los adolescentes). Que las citas sean para el desarrollo cultural, la estimulación mental y espiritual, y el regocijo verdadero, pero sin pensar en el matrimonio”. Los estudiantes en el colegio de Dios reciben instrucción sobre cómo evitar el encaprichamiento en su primer año. Es una enseñanza muy valiosa.

Pero te preguntarás: ¿Por qué Dios crearía esas hormonas y deseos de forma que se desarrollen antes de que podamos actuar conforme a ellas?

El propósito final de Dios es reproducirse a Sí Mismo, más seres que tengan el mismo carácter que Él tiene. Él nos da muchas cosas maravillosas en la vida y espera que aprendamos a usarlas correctamente. Este proceso ayuda a desarrollar nuestro carácter. Y el gobernar tus emociones es algo que necesitas hacer toda tu vida. Esto es tan importante que ¡Dios quiere que empieces a aprenderlo cuando eres joven!

El Sr. Armstrong escribió en La Pura Verdad: “¿Qué queremos decir con madurez emocional? Pocos conocen el verdadero significado de esta expresión. ¿Lo conoce usted? Sin embargo es uno de los verdaderos secretos de la felicidad humana. (…) Nadie nace con madurez emocional. Hay que aprenderla, desarrollarla. (…) Y una de las cosas básicas que todo ser humano necesita vitalmente aprender es el uso correcto de las emociones humanas. (…) ¡Pero nuestras emociones necesitan ser entendidas, enducadas, entrenadas y controladas por la mente!” (Agosto 1978). Dios quiere que comiences a aprender cómo entender y controlar tus emociones cuando eres joven. ¿Hasta qué punto eres capaz de hacerlo?

Controlar nuestras emociones es un principio tan básico que Dios quiere que se enseñe a los niños desde pequeños. El Sr. Armstrong continuó: “¿Cuál es el lugar y momento adecuado para comenzar tal entrenamiento? Debería enseñarse a niños de 1, 3 y 6 años, y en los primeros grados de primaria en las escuelas” (ibíd.). Esta cita está en “Enseñe a su hijo a controlar sus emociones”, en la sección sobre preescolares del libro Crianza infantil con visión.

En Eclesiastés 3:1 y 5 leemos: “Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora … tiempo de esparcir piedras, y tiempo de juntar piedras; tiempo de abrazar, y tiempo de abstenerse de abrazar”. Incluso hay momentos en que Dios dice a las personas casadas: Es tiempo de abstenerse de abrazos. Debes tener paciencia y autocontrol cuando no sea el momento adecuado. Aprende a estar en control de ti mismo y practica la abstención. Dios quiere que uses este tiempo para practicar la habilidad básica del control emocional.

Si tienes emociones hacia alguien que no son correctas, ¡está bien porque todos las tenemos! Pero debes aprender a cómo manejar y controlar esas emociones. ¡Esta es una parte vital para madurar y desarrollar del carácter de Dios! El tener sentimientos de atracción hacia alguien del sexo opuesto no es un pecado en sí mismo. La pregunta es ¿qué hacer con esos sentimientos? Si los manejas de la manera correcta, ¡pueden ser una oportunidad para crecer y desarrollar un carácter piadoso!

Entiende que todos somos susceptibles a tener sentimientos por alguien cuando no es apropiado. Existe un gran contraste entre el joven que maneja correctamente esas emociones y el que no lo hace. A menudo, en lugar de acudir abiertamente a sus padres, los jóvenes alimentan esa relación equivocada mientras intentan evitar ser descubiertos. Encuentran formas de eludir las reglas, ¿Por qué?

¡Porque se siente bien! Es fácil sentir descargas de electricidad por alguien del sexo opuesto. Esa descarga eléctrica es simplemente una reacción física, no es amor, pero es emocionante. Así que incluso cuando entiendes en tu mente que no deberías permitir que esta relación crezca y se consolide en tu forma de pensar, tu corazón deseará seguir adelante. Como es natural, no querrás renunciar a ello, por lo que te volverás engañoso. La única forma en que puedes evadir las reglas es ocultárselo a tus padres, lo cual te lleva rápidamente a cometer pecado.

Los secretos conducen a errores, y en ocasiones unos muy graves. El engaño sirve de tapadera para que un pequeño problema se convierta en uno mayor. Cuando eres honesto, sólo puedes llegar hasta cierto punto al hacer algo que no se debe. Pero cuando engañas y encubres el problema, permites que crezca hasta proporciones mucho mayores. Eso definitivamente incluye los enamoramientos: las relaciones secretas. Se convierten en grandes problemas cuando usas medios secretos para comunicarte (como los mensajes de texto), o cuando envías notas o pasas regalos.

Si tienes sentimientos por alguien que no deberías, ¡debes abordar el problema! Si fomentas esos sentimientos, y dejas que crezcan en tu mente, alimentándolos con chismes, y ocultas comunicaciones a tus padres, tu forma de pensar está más desencaminada de lo que crees. ¡Debes cambiar de rumbo y tomar una enfoque diferente de inmediato!

¿Qué piensas de estas relaciones entre adolescentes? ¿Crees que no es para tanto? ¿Crees que la norma que prohíbe emparejarse es mala? ¿Crees que puede dejarse de lado? ¡Sé sincero!

En una carta de 1963 a los estudiantes del Ambassador College, el Sr. Armstrong escribió: “¿Qué les pasa a algunos de nuestros estudiantes? Después de todas estas instrucciones y explicaciones, ¿todavía no saben lo que significa estar enamorado? El verdadero pecado, y quiero decir P E C A D O en mayúsculas (…) ocurre cuando un joven inmaduro le dice a una chica que está enamorado de ella ¡antes de estar seguro!”. Es fácil acercarse demasiado a cometer este mismo error incluso cuando le dices a alguien que te gusta, pues esta afirmación pone en marcha las emociones y envía descargas de electricidad que no sirven para nada antes de que sea el momento correcto.

Incluso la forma en que hablas a alguien del sexo opuesto puede enviar el mensaje de que te gusta. Te estás engañando a ti mismo al pensar que estás siendo sociable con esa persona cuando egoístamente sólo te gusta la forma en que él o ella te hace sentir.

En Salmos 119:59-60 ofrece un enfoque muy sabio: “Consideré mis caminos, y volví mis pies a tus testimonios. Me apresuré y no me retardé en guardar tus mandamientos”. No te demores en obedecer a Dios, ¡date prisa! Huye de la fornicación, sácala de tu vida ¡antes de que ésta eche raíces y crezca!

Aprender a controlar tus emociones en tus relaciones es un área muy importante de la vida para hacer bien. Úsalas en la forma que Dios quiere. Aprende a dirigir tus pensamientos y gobernar tus emociones. ¡Cree y obedece la verdad revelada por Dios y construye el carácter de Dios!